Seis manos se sentaron en una mesa a conversar sobre la próxima conferencia acerca de lenguaje sordomudo que iban a dictar en pocas semanas. Una tomaba la taza de café, la segunda agregaba la crema, la tercera añadía el azúcar, la cuarta se encargaba de revolver todos esos mágicos ingredientes. La quinta mano tomaba un cigarrillo y la sexta lo encendía. Luego todas se quedaban muy tristes porque no tenían una boca a la que proporcionarle el placer de su ritual.
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